El agua, de Pellicer
14 Nov 2011Hace algunos meses leí “Albercas”, de Villoro, y su epígrafe se me quedó grabado:
Agua del nadador que la divide.
Parece un verso sencillo, pero en él nos amalgamamos todos—nuestra voluntad, nuestra estupidez, nuestra elegancia—; en él se esconde el Universo, fluído, eterno, un mar y una gota.
Villoro informa que el verso es de Pellicer, y yo, que nunca había leído a Pellicer, me lo repito como una mantra, dislocado, sin querer conectarlo con el resto del poema al que pertenece por miedo a que pierda su conexión conmigo. Pero recientemente la curiosidad me venció y una búsqueda en Internet me dio el resto del poema, que es luminoso y que reproduzco a continuación:
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El Agua, de Carlos Pellicer
Aguas horizontales
con hombres y peces y nubes.
Aguas azules y verdes,
espacio palpitante, atmósfera del paraíso submarino
cuyas medusas arcangélicas
mudan ojos y manos en huertos coralinos.
Aguas reales del viaje fabuloso
manchadas como tigres por las guerras.
Aguas víctimas o insaciables en la sed de la tierra;
sorbo de sed, aguas vírgenes.
Una gota de agua
salvó la última espiga del sembrado
o hizo temblar el dorso de Susana
entre las barbas bíblicas del baño.
Agua del nadador que la divide
y la vuelve laurel o vida nueva.
En las tinajas familiares
el agua se hace negra
de silencio y frescor. Y el ritmo de los mares
vira el buque ladrón que halló en las islas fiestas.
Aguas verticales, horizontal, cerámica y primera.